«El que cree en mí, no cree en mí, sino en Aquel que me ha enviado; y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo soy la luz que ha venido al mundo para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas. Y si alguien escucha mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, ya que no he venido a juzgar al mundo sino a salvar al mundo. (Juan 12, 44-50)
Para seguir tus mandamientos y conseguir estos objetivos me das la clave: imitarte a Ti, ver todo con esa luz nueva que eres Tú mismo: «Yo soy la luz del mundo.» «Todo lo tenemos en Cristo; todo es Cristo para nosotros.
Si quieres curar tus heridas, Él es médico. Si estás ardiendo de fiebre, Él es manantial. Si estás oprimido por la iniquidad, Él es justicia. Si tienes necesidad de ayuda, Él es fuerza. Si temes la muerte, El es vida. Si deseas el cielo, Él es el camino. Si refugio de las tinieblas, Él es la luz». (San Ambrosio). Para no equivocarme, para no perderme, para no quedarme a oscuras, éste es el secreto: imitar tu vida, intentar actuar en cada momento como creo que lo harías Tú si estuvieras en mis circunstancias concretas.
Esta es una pregunta muy práctica, que me puedo hacer muchas veces al día: Jesús,
¿cómo harías esto si estuvieras en mi lugar?
¿Cómo aprovecharías el tiempo esta tarde de domingo? ¿Cómo ayudarías a los que tengo al lado, en mi trabajo, en clase, en casa? ¿Cómo les querrías?
¿Cómo les sabrías perdonar aquella falta? ¿Cómo te alegrarías con sus alegrías? ¿Cómo le exigirías al hijo o al subordinado que, por falta de esfuerzo, hace las cosas mal? ¿Cómo responderías aquella crítica malintencionada y sin fundamento? ¿Cómo harías valer tus derechos ante una injusticia?
Resumido de http://www.encuentra.com/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario