miércoles, 27 de enero de 2010

Caminos seguros.

Caminos seguros.
Juan Pedro Oriol

Existen tres caminos que nos pueden hacer felices. Y pueden hacernos felices porque muchos que los han caminado, han sido felices. Por ello, los llamamos caminos seguros.

1. - Valorar la vida. Es saber ver lo bueno. Es gozar con todo y tener la capacidad de disfrutar de las cosas. Casi todo en la vida tiene su lado positivo y agradable. Sólo hay que saber encontrárselo. Hay personas que son expertas en descubrir el lado positivo de las cosas, tienen algo que les hace ver lo bueno en todo, incluso en los problemas y en las situaciones más difíciles.

Juan era el hombre que cantaba villancicos. Un nuevo interno en el hospital preguntó que quién era el loco que no cesaba de cantar villancicos en una habitación cercana. La enfermera le contestó que era Juan y que no estaba nada loco. Que ya le habían hecho como 20 operaciones. Que tenía las dos piernas cortadas a la altura de la rodilla. Que el brazo derecho ya se lo habían amputado hasta el codo. Y que no había nada que hacer contra el virus que iba acabando con sus huesos.

No había terminado de explicar la enfermera quién era Juan cuando alguien tocó a la puerta. Era Juan. Cuando estaba hospitalizado, siempre se acercaba a saludar a los que llegaban. Se abrió la puerta. Pasó en su silla de ruedas, con una manta cubriendo la parte inferior de su cuerpo. Durante un cuarto de hora estuvo animando al que minutos antes lo había tachado de loco. Se despidió como había llegado: sonriendo y derramando simpatía.

Sin piernas, sin brazo, con tanto dolor, sin expectativas de recuperación, era feliz. Supo ver más allá de sus operaciones. Sabía que lo importante es saber caminar por la vida aunque no se pueda caminar por la tierra.

Valorar la vida es tirar al aire las sábanas cada mañana porque empieza un nuevo día, una nueva oportunidad de ser feliz. Es saber que mi vida vale demasiado y la tengo que saber aprovechar y disfrutar. Es vivir con un ideal que me da sentido. Es descubrir que la felicidad es un tesoro del que sólo yo tengo la llave. Es vivir cantando villancicos.

2. - Servir. "Dormía y soñaba que la vida era alegría. Desperté y vi que la vida era servicio. Serví y vi que el servicio era alegría". ¡Qué razón tenía Tagore! Todos hemos experimentado la alegría de servir. Pero cuánto nos cuesta hacerlo.

Servir no es fácil porque ser feliz no es fácil. Y como el servicio y la felicidad van de la mano, cuesta mucho alcanzarlos. No conozco a nadie que haya servido en algo y voluntariamente que no haya experimentado por unos instantes lo que es ser feliz.

Sólo los que son capaces de privarse de algo para compartirlo, de derramar una lágrima para que brote una sonrisa, de hacerse una herida para que otros no sufran tanto, de cansarse un poco más para que otros descansen, caminan con paso feliz por la vida y dejan una huella que nunca se podrá borrar.


3. - Tener fe. Es importante gozar de una buena salud para ser feliz. Un dolor de estómago puede hacerte olvidar un gran triunfo. ¡Qué genial es saber divertirse! Y más en un mundo tan acelerado como el nuestro.

Hay que distinguir entre ser feliz y estar contento. La salud, la diversión, los momentos de satisfacción, nos ayudan a estar contentos. Pero el estar es temporal, pasa, cambia.

Cuando cambiamos de ánimo con facilidad, cuando pasamos por continuas altas y bajas, quiere decir que nos estamos preocupando más por lo que nos lleva a estar contentos y no por lo que nos hace ser felices. Un camino muy real y seguro que ha llevado a muchos a la felicidad es la fe.

Es un hecho. Es la senda que escogen los que quieren ser felices y no sólo estar contentos. La fe, no como certeza, sino como aventura. La fe, no como seguridad, sino como compromiso. La fe, no como herencia, sino como convicción. La fe que nos dice: ¿qué esperas para ser feliz? La fe que da luz y color, que descubre y arriesga. La fe que libera y proyecta, que ayuda a vivir cada día y para la eternidad.

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