A toda persona normal que calla y sonríe cuando algo le molesta, puede sucederle que cuando menos lo piensa surja de su interior una explosión que dañe profundamente la susceptibilidad de quien la escucha, y que puede ser muy querido para ella.
Además, por lo general, cuando uno explota no sólo se enfurece, sino también dice cosas sin pensar y nunca aclara el punto principal. Este es un claro ejemplo de un mensaje que no logra trasmitirse según lo que el que lo emite piensa, pues no se especifica bien a donde se quiere llegar.
No querer mencionar algo que molesta significa seguir recogiendo la basura del bolsa que uno de los hermanos no cerró bien y el perro desparramó, observar como se raya el piso de madera de mi cuarto mientras mi hermano pequeño juega con su carrito y mi madre no se ha percatado de eso, por lo que no le dice nada.
Cómo reclamar.
Reclamar es algo que debe hacerse como cualquier otra cosa íntima, siempre directamente con la persona indicada y nunca por terceras personas, en juntas formales o mensajes en la contestadora.
Y puesto que en una familia hay que hacerlo a veces, más vale llevarlo a cabo en las primeras etapas de la molestia, cuando todavía se pueden mirar a los ojos o escucharse mutuamente masticar el cereal en la mañana. Es preferible que se mencionen las molestias cuanto antes, y no hasta cuando se esté a punto de no aguantar más.
Al grano y sin lastimar..
Si el reclamo se hace lo más pronto posible, con afecto, sin deseo de lastimar al otro y directos al punto, las pequeñeces que nos disgustan en nuestra familia disminuirán y la vida en casa será cada vez más armoniosa.
En un mundo perfecto no habría reclamaciones, porque tanto tú como tu familia serían perfectos. Pero eso no existe, y ni uno ni el otro lo son, por lo tanto, un poco de reclamo cuanto antes es necesario y hasta conveniente.
Susana Bichara de Iza
en www.masalto.com
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